EL MOSAICO DE EUROPA
Europa
es un mosaico vivo y en permanente construcción. Sus piezas, bien diversas y
multicolores, hacen del espacio europeo una atractiva obra de arte en constante
dinamismo y de impredecible conformación. En Europa conviven mundos entrelazados:
es oriental y, al mismo tiempo, occidental; es mestiza en su composición
racial; es diversa en culturas, lenguas y religiones. Es un viejo continente
que nos sigue sobresaltando con permanentes novedades. Europa sorprende por su
historia, por sus paisajes, por sus comidas, por sus gentes, por su genialidad.
Pero, al mismo tiempo, asusta por su violencia, por su frialdad, por su
fragilidad, por su soberbia, por su irracional razonamiento.
Lo
cierto es que, la Unión Europea, es al mismo tiempo un sueño y una quimera.
Fundamentalmente, construimos nuestra unidad en torno a los intereses del
mercado y para hacernos fuertes frente a las potencias rivales. Pero, la
realidad es que la convivencia de tanta diversidad en Europa se ve amenazada
por el resurgir de viejos fantasmas que provocan el enfrentamiento entre los
que son diferentes. Esto evidencia que la unidad entre los europeos es débil,
inconsistente en los vínculos y afectada por las muchas heridas que siguen supurando
y por innumerables conflictos sin resolver. Pero, con todo, Europa está
obligada a estar unida si quiere permanecer fuerte en el escenario global por
lo que, desde el ámbito político y legislativo, se trata de seducir y
comprometer a que los pueblos que conforman la Unión vivan unidos para hacer
sostenible el sueño europeo.
Sin
embargo, el sueño europeo está fracasando y la razón principal es porque
sencillamente está dando la espalda a Dios. La evidencia de ello es que se nos
está imponiendo un laicismo que pretende desterrar los fundamentos esenciales
de la familia y la sociedad. Europa pretende presumir de libertad y tolerancia,
pero su proyecto es insostenible por la carencia de valores y principios
innegociables. No podemos construir un mundo mejor basados en nuestra autosuficiencia.
La Europa actual, es rica en ideas, pero vacía en espiritualidad. Tristemente,
la incredulidad humanista se ha convertido en un virus que se está propagando
por todo el continente llegando, incluso, a contaminar al mundo entero de
agnosticismo. Si pudiésemos calificar el agnosticismo como religión, diríamos
que es la que más crece en el mundo, abarcando al 15% de la población, o lo que
es lo mismo, casi mil millones de adeptos.
Tristemente,
nos toca cohabitar con un ambiente anti-Dios
propiciado por la influencia de ideas que están afectando a la educación,
la política, la cultura y a las
familias. La base de esa influencia tiene que ver con el destierre de los
absolutos. El relativismo niega los principios fundamentales y hace que el
hombre se enfoque irresponsablemente
viviendo enfocado en el momento, sin responsabilidad sobre sus actos y
centrado en satisfacerse a sí mismo. Esta tendencia está dando lugar al
individualismo, al énfasis en lo particular y desinterés por lo global. Así,
curiosamente, la globalización, que favoreció el clímax de la modernidad, ahora
se ha convertido en la principal vía de propagación para los reaccionarios a
los sistemas y políticas de aquellos estados que están fracasando en lograr la
convivencia de tantas realidades distintas y que no acaban de cuajar el
progreso que satisfaga a sus conciudadanos.
Toca
saber interpretar los tiempos, ofrecer un mensaje reconciliador y acertar con
las estrategias. Europa tiene el nuevo reto de integrar nuevas piezas en su
mosaico con la llegada de refugiados. Como Iglesia debemos ser parte de la
construcción europea y estar listos para ofrecer el mensaje del Evangelio como
fundamento para: la aceptación del que es distinto, la compasión para ofrecer
una mano tendida, el perdón para sanar heridas y la reconciliación hacia Dios y
entre los hombres para una convivencia sostenible.
“mediante la cruz reconciliar
con Dios… en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció
las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban
cerca”
Efesios 2:16, 17
“De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por
Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo
reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus
pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación”
2ª Corintios
5:17-19
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